Desde esta ciudad de
Rosario donde naciste el 14 de junio de 1928, los revolucionarios argentinos y
cubanos que seguimos fieles a tus ideas, te hacemos esta carta, que no lleva
una dirección precisa. Hemos considerado que no es necesario, porque hoy más
que nunca estás vivo entre nosotros y junto a todos los demás seres humanos
honestos del mundo. Con tu adarga al brazo te reconocemos en cualquier
calle o avenida, por los caminos polvorientos de América, por las selvas
africanas, por las montañas de todos los continentes, en las casas campesinas,
en las favelas donde mal viven los humildes, en las villas miseria de tus
compatriotas piqueteros, en suma, en cada rincón del planeta. Hoy nos
reunimos para recordarte. ¿En que mejor lugar podemos hacerlo que en tu querida
Argentina? Desde tu caída en la cercana Bolivia hasta hoy han sucedido
muchas cosas en el mundo. Un mínimo recuento es el mejor homenaje que podemos